El cierre en la Alameda Chabuca Granda podría provocar daños irreparables en estructuras de la antigua muralla de Lima, advierten arqueólogos. PCM argumenta que los trabajos vulneran los planes de seguridad para la presidenta Dina Boluarte
El
anuncio sorprendió incluso a los propios equipos de investigación. Cuando
la Municipalidad de Lima, a través de Prolima, venía ejecutando
excavaciones arqueológicas en pleno Centro Histórico, el Ministerio de
Cultura resolvió, a pedido de Palacio de Gobierno, declarar
nulos los permisos previamente otorgados. La medida obliga a detener en un
plazo de 15 días las intervenciones en la Alameda Chabuca Granda,
sectores 1 y 2, justo al costado de la sede presidencial.
La
decisión reabre un debate que enfrenta dos prioridades de Estado: la seguridad
de la Presidencia de la República y la conservación del patrimonio
histórico. Por un lado, la Secretaría de Seguridad de la Casa de Gobierno
advierte que las excavaciones alteran la zona de protección de Palacio y
generan riesgos en la logística de desplazamiento. Por el otro, Prolima
sostiene que suspender los trabajos amenaza con deteriorar estructuras únicas
vinculadas a la fundación de Lima.
Entre argumentos técnicos, informes de riesgo y cuestionamientos legales, el conflicto escaló en las últimas semanas. La paradoja es evidente: dos instituciones del Ejecutivo con visiones enfrentadas sobre una misma intervención, en un espacio declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
El Ministerio
de Cultura declaró parcialmente nulas las resoluciones que habían
autorizado a Prolima la ejecución del “Proyecto
de investigación arqueológica, conservación y puesta en valor de las Portadas,
Baluartes y Tajamares de la Muralla de Lima”. La disposición se sustenta en un
informe de la Secretaría de Seguridad de la Casa de Gobierno, que
advierte riesgos críticos para la presidenta, altas autoridades y las
instalaciones del Palacio.
Según
el Mincul, su competencia no alcanza a la evaluación de riesgos de seguridad
presidencial. Por ello, al recibir los informes de Palacio de Gobierno y la
Policía Nacional, estaba obligado a aplicar la nulidad establecida en el
artículo 10 de la Ley N° 27444.
Desde
la Municipalidad de Lima, la reacción fue inmediata. Carlos Vega,
subgerente de Prolima, aseguró que se trata de un golpe contra la investigación
arqueológica y contra el patrimonio de la capital. “La posición de Palacio
tiene tres fundamentos poco valideros. Es un tema de seguridad y gestión de
riesgos con respecto al desplazamiento de la presidenta de la República, lo
cual no se está vulnerando en lo absoluto, ya que el tránsito vehicular no
se ha restringido y hemos brindado alternativas para no perjudicar el acceso o
ingreso de ningún conductor o peatón en la zona”, afirmó.
Respecto
al argumento sobre operaciones aéreas desde el helipuerto de Palacio, fue
categórico: “Lo cual carece de sentido, entendiendo que dicho espacio está
incluso más cerca del río Rímac, el cual evidentemente tiene una mayor
profundidad”, declaró.
Prolima
insiste en que se actuó conforme a los permisos otorgados y que
incluso se entregaron informes técnicos al Ministerio de Cultura, explicando
que las excavaciones no alteraban los accesos ni la seguridad. “Inicialmente,
la falta de voluntad para llegar un punto medio nos preocupó bastante; sin
embargo, ahora incluso el panorama parece ser más complicado, sobre todo,
porque cerrar las excavaciones en un plazo de 15 días no resulta compatible
con la normativa del mismo Ministerio de Cultura”, explicó Vega.
Riesgos
para las estructuras
El
cierre de las excavaciones no solo detendría el trabajo de los arqueólogos.
Según Prolima, podría ocasionar daños irreparables en las estructuras ya
descubiertas. Vega advirtió que interrumpir los procesos de conservación y
desalinización expone los muros a un deterioro acelerado. “Este proceso termina
debilitando ladrillos y enlucidos hasta hacerlos perder su cohesión, lo
que pondría en riesgo la estabilidad de los muros y pisos que ya fueron
excavados”, dijo.
El
funcionario agregó que cubrir abruptamente los hallazgos con materiales
inadecuados generaría microclimas capaces de destruir en poco tiempo
sectores completos recuperados con esfuerzo. “Interrumpirlos no solo anula
el esfuerzo invertido, sino que dejaría las estructuras más expuestas a un
deterioro rápido”, explicó.
Para
Prolima, la paralización ignora aspectos básicos de conservación, como la
cercanía del río Rímac o la recuperación de áreas verdes, factores que influyen
en la humedad y aceleran el daño de los materiales.
Argumentos
de Palacio de Gobierno
En
su informe, la Secretaría de Seguridad sostiene que la continuidad de las
excavaciones vulnera planes operativos de defensa y protección, como el
Plan de Seguridad de la Casa de Gobierno. Precisa que la presencia de
trabajadores y vehículos incrementa la afluencia en un área sensible, sin un
control exhaustivo de antecedentes, lo que representaría un riesgo de
infiltración o actos ilícitos a Dina Boluarte.
Asimismo,
detalla que la excavación altera la configuración vial y reduce espacios
necesarios para maniobras seguras de comitivas oficiales. La cercanía a la zona
noroeste de Palacio —considerada la más vulnerable frente a posibles ataques—
incrementa la exposición de la sede presidencial a amenazas.
Para
Palacio de Gobierno, los riesgos no son meramente hipotéticos: la excavación
actual, señalan, compromete la capacidad de respuesta ante emergencias y la
seguridad misma de la mandataria.
Ante
esta situación, la Municipalidad de Lima prepara medidas legales. “Como
Municipalidad Metropolitana de Lima, vamos a tomar las acciones legales
pertinentes con la finalidad de salvaguardar el patrimonio”, concluyó Vega.
El
Ministerio de Cultura, por su parte, estableció un protocolo estricto para
el cierre de los sectores afectados. Este incluye la reposición de
materiales, conservación de evidencias, cercado de áreas intervenidas y entrega
de bienes culturales muebles recuperados bajo inventario oficial.
El enfrentamiento, lejos de resolverse, abre un nuevo capítulo en la ya compleja gestión del Centro Histórico de Lima. En el trasfondo queda la tensión entre seguridad presidencial y preservación de la memoria arqueológica, una tensión que hoy se materializa a pocos metros del Palacio de Gobierno.