El doctor Elmer Huerta calificó de desastroso que el Ministerio de Salud (Minsa) haya "inventado" un examen para el SERUMS y criticó el desabastecimiento de medicinas. Regresó al Perú para presentar su libro El Buen Morir, en la FIL, este sábado 20 de julio.
El doctor Elmer Huerta regresó al Perú a presentar un libro personalísimo, surgido de experiencias de familia y también de su largo recorrido como oncólogo e investigador. El buen morir. Breve guía para entender y afrontar la muerte se presentará hoy en la Feria Internacional de Libro (FIL), a las 5.00 p.m., con el escritor Gustavo Rodríguez. La muerte es parte natural de la vida y por tanto el autor sugiere informarse todo lo relacionado a ella. El analista de CNN y otras estaciones también comenta sobre el Gobierno y su gestión en Salud.
Su primer contacto con la muerte es la figura de su abuelo ciego, montado en caballo blanco, tocando el violín, yendo a ayudar a los agonizantes a tener una muerte en paz.
Sí, mi madre nos contaba de mi abuelo, cuando éramos niños. Era ciego, muy jovencito, e hizo muchísimas cosas en su vida, negocios y todo. Era muy inteligente. Y ese relato mi madre lo solía contar con frecuencia, y cada vez que lo hacía, recuerdo que volaba mi imaginación y decía, ¿cómo será morirse? ¿Cómo es que una persona necesita ayuda para morir? Y me preguntaba, ¿cómo es que esas canciones de mi abuelo tenían impacto en la mente de una persona para que se pueda morir? Fueron las primeras reflexiones respecto a la muerte. Y te estoy contando que tenía 7 u 8 años.
Y a los 8 años tuvo otra experiencia, cuando su tío médico lo llevó a una autopsia.
Sí, mi tío era médico legista en Huaraz, Leoncio Ramírez, y me llevó a ver un muerto ahogado, hinchadísimo. Y cuando le cortó las vísceras y todo, yo estaba allí porque el tío quería que yo sea médico. Y no quedé asustado del muerto, ni horrorizado o asqueado. Pero yo decía si el alma de esta persona viene en la noche me lleva, porque esa es la idea de los niños. Fue lo que más temor me causó… Pero antes tuve otro episodio, que también me marcó. Mi padre murió cuando tenía casi 5 años. No lo sentí, no lo recuerdo. Pero la idea de fallecer siempre estuvo conmigo porque papá se había muerto.
De joven trabajó en la Asistencia, donde conoció la muerte repentina, y en Neoplásicas, donde conoce un duelo mucho más lento.
Tanto en la Asistencia Pública de la av. Grau, antecesora del Hospital de Emergencias Casimiro Ulloa, como en Neoplásicas, lo que aprendí a ver fue lo que llamo la ‘democratización de la muerte’. No importa quién eres, rico, pobre, hombre, mujer, joven, mayor, todos nos morimos igual. Ahí a la Asistencia llegaba gente muy acomodada, de uno que había tenido un accidente y tú veías que venía la familia, todos superacomodados, y a su lado había un jovencito cargador en La Parada. Los dos cadáveres estaban allí. El del pobrecito que no tenía quién lo recoja y el otro con su súper familia. Yo veía esa democratización. Igual en Neoplásicas. No importa quién eres, igual te vas a morir.
¿Por qué llamó a este libro El buen morir si la muerte se asocia al dolor, a la tristeza, al olvido?
A mi entender, así como cuando nace un bebé y la sociedad lo va a ayudar a vivir, así debe ser con la muerte. Lamentablemente, las estadísticas indican que mucha gente muere sola o mal acompañada. ¿Y por qué? Si ambas son las caras de la misma moneda, el envés y el revés. Vida y muerte. Entonces pienso que puede haber un buen morir también, si lo sabemos enfrentar, y este libro es una guía para eso. Así como hay un buen crecer, un buen nacer, también es posible un buen morir. La muerte es la continuación de la vida y queda aceptarla, entendiendo que hasta que llegue tenemos la misión de vivir plenamente y con alegría cada día. El pensar en el buen morir nos tiene que llevar a pensar en el buen vivir.