El antropólogo y analista político Eduardo Ballón considera que los congresistas están equivocados si creen que con las contrarreformas y sus maniobras autoritarias que aprueban, van a tener el camino allanado para reelegirse.

El juego en pared entre Dina Boluarte y el Congreso no es eterno. Según el antropólogo y analista político Eduardo Ballón esa alianza puede variar dependiendo de el desenlace de las protestas. Porque a medida que la calle se caliente y se acerque la campaña electoral, consideró, los partidos políticos que sostienen este régimen comenzarán a hecharle la culpa a Boluarte de la crisis que atraviesa el país.

- ¿A estas alturas no hay nada que pueda frenar al Congreso?
- Diría que el único freno que a estas alturas puede tener el Congreso de la República es la calle. Y es claro que la calle que se está empezando a activar lentamente tiene sus propios límites y dificultades, lo que me hace prever que en el corto plazo el Congreso busque acelerar la marcha en este afán absolutamente autoritario y conservador.

- ¿Cree que a largo plazo, cuando sean las elecciones, el ciudadano va a castigar con su voto a los representantes de este Congreso o habrá nuevamente una memoria frágil?
- El riesgo de la memoria frágil y del clientelismo de la última hora siempre existe. Sin embargo, tengo la impresión que los integrantes del Congreso están radicalmente equivocados si creen que por mucho autoritarismo que empleen van a tener el camino allanado para mantenerse en las posiciones que ocupan, para ser reelegidos o eventualmente ocupar cargos en regiones y municipalidades. De lo que se trata es de mantenerse prendidos de los sueldos y las ventajas que dan algunos de estos cargos de representación. Y en ese afán justamente por eso han querido o quieren eliminar los movimientos regionales.

- ¿El Congreso puede a estas alturas deshacerse de Dina Boluarte? ¿No es una alianza que va a ser sólida hasta el 2026?
- Es una alianza en la cual el Congreso lleva la voz cantante. Lo que vivimos es un parlamentarismo autoritario y conservador y un Ejecutivo domesticado y que complace a ese parlamentarismo para permanecer en el gobierno y tratar de asegurar su impunidad. En ese marco, en ese contexto, no diga que inevitablemente vaya a ser así, pero ahí hay una posibilidad y es una que requiere el manejo del Congreso. Es evidente que las dos últimas gestiones del Congreso han sido particularmente torpes. El actual presidente del Congreso es francamente impresentable y no califica dado su nivel de ineptitud incluso para esconder sus intereses personales. En ese sentido, es evidente que dentro de las distintas derechas que comparten este parlamentarismo autoritario hay preocupación por ver quién se hace cargo del Congreso porque son conscientes de lo que puede estar en juego el próximo semestre.