Fertilizantes. Especialistas señalan que se necesita agilizar la infraestructura de gas natural en el sur para potenciar esta industria incipiente, mientras se negocia un precio del energético que asegure la rentabilidad y precios bajos al mercado interno.

El anuncio de la presidenta Dina Boluarte de instalar una planta de fertilizantes en el sur plantea dos cuestiones: la ruta que debería seguir el gasoducto que la alimente y el precio con que se le venda el insumo. Todo con un único objetivo final: la masificación del gas natural de Camisea, apalancada por industrias y accesible a todos los hogares.


Tres empresas se han presentado ante el Gobierno para llevar a cabo esta megaobra, con una inversión estimada de entre US$600 y US$800 millones, según información a la que accedió La República. Pero su ejecución depende de otros factores que hacen falta resolver.

Sucede que la demanda de gas natural en los hogares es tan baja frente a la oferta de producción de Camisea que no justifica las grandes inversiones para construir los ductos necesarios para masificar. Entonces, se recurre a la industria para generar ‘anclas’ de consumo regional.

Eso se esperaba con el nodo energético del sur, dos centrales termoeléctricas en Arequipa y Moquegua (Samay e Ilo 1) que debían consumir gas para generar electricidad, pero que al día de hoy usan diésel desde que se frustró el Gasoducto Sur Peruano (GSP) de Odebrecht.

La actual gestión del Ministerio de Energía y Minas (Minem) ha propuesto que una petroquímica de fertilizantes nitrogenados sea la nueva ancla en el sur, posiblemente en Arequipa, por su potencial portuario de exportación. Así, se matan dos pájaros de un tiro: se masifican los hogares y se cubre largamente la demanda de 400.000 toneladas métricas (TM) de urea que cada año se consume. El problema es por dónde llevar el gas.